¿Te ha pasado que una persona que amas está en un momento difícil y no puedes dejar de preocuparte por ella?
Quieres ayudarle, rescatarle, hacerle ver las cosas de otra manera. Quieres hacer todo lo posible para que su situación mejore. Quieres aconsejarle y protegerle.
Esto es normal y viene de un buen lugar. Pero no siempre es lo mejor.
Primero, es demasiado cansado para ti. Tu deseo incesante de que la otra persona no sufra puede absorberte y desgastarte hasta afectar tu propio bienestar, lo cual se convierte en un doble problema.
Por otro lado, intervenir excesivamente en la situación del otro puede truncar su propio proceso. Un proceso que debemos respetar.
No estoy diciendo que debamos permanecer indiferentes ante el dolor de los demás. Podemos acompañar, escuchar, abrazar, apapachar y ayudar si nos lo piden. Pero es importante aprender a reconocer los límites y decidir qué es lo más sano tanto para nosotros como para la otra persona.
Debemos aceptar que cada quien es dueño de su propia experiencia de vida y responsable de su propio bienestar (salvo obvias excepciones como niños pequeños, adultos mayores, seres vivos en situación de vulnerabilidad y todo lo que dicte el sentido común).
El dolor es parte del crecimiento. Quitarle el dolor a alguien más, es quitarle también su crecimiento. Debemos darle espacio al dolor ajeno.
De la misma manera, cuando tú estás pasando por un mal momento es posible que inconscientemente esperes que otras personas te salven. Pero no puedes entregarle esa carga a alguien más. Lidiar responsablemente con tu dolor es parte de tu propio crecimiento.
Es más fácil decirlo que aplicarlo, lo sé. Pero empezar a notarlo y analizarlo puede ser un excelente primer paso.
¿Qué tanto te desgastas por querer resolverle la vida a tus seres queridos?
¿Qué tanto invades su proceso?
¿Qué tanto esperas de los demás en este sentido?
Seamos libres y dejemos libres a los demás.
No estamos para salvar a nadie, ni nadie está para salvarnos.
Muy buena reflexión, aveces queremos tanto a una personas que pretendemos quitarle el dolor, sin saber que el dolor que experimentamos,en alguna situación siempre hay que encontrarle el lado positivo
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¡Gracias, Marcos!
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Totalmente cierto. En general, cuando estamos pasando momentos difíciles lo último que queremos es que nos digan qué hacer. Es mejor acompañar y estar listos para ayudar cuando sea necesario. Gracias Pedro, tus reflexiones siempre son bienvenidas.
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No hay que implicarse demasiado. Muchas veces por querer ayudar, quedamos mal y se interpreta nuestra ayuda de otra manera. En un término medio está la virtud ¿No?. Muy buen artículo.
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¡Excelente reflexión!, Hace unos años atrás estaba viviendo en esa postura; me preocupaba mucho por mis seres más cercanos y casi casi quería salvarlos de sus aflicciones, pero a raíz de esa postura yo sufría mucho pues no sabía poner límites. Gracias a la vida, y a situaciones a las que me enfrenté, tuve la oportunidad de ir a sesiones con un psicólogo. y él me ayudó entender mejor esta situación.
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