Cuando tu mente se sature de preocupaciones, detente un momento y pregúntate:
¿Es útil preocuparme?
Si tu respuesta es sí (si efectivamente preocuparse sirve de algo), entonces asegúrate de convertir esa preocupación en una acción.
¡Haz lo que tengas que hacer para resolver el problema en cuestión!
Pero si la respuesta es no, si preocuparte no sirve de nada, entonces intenta soltar esa preocupación. Simplemente déjalo ir, aceptando que no tienes el control sobre el problema.
Libérate de esa preocupación, permite que suceda lo que tenga que suceder.
Reconoce que no puedes controlarlo todo. No puedes controlar a las personas, no puedes controlar el futuro. La vida es demasiado impredecible como para anticiparse a lo que pueda pasar.
Sé que no es fácil, pero con la práctica puede lograrse poco a poco.
Cada vez que llegue una preocupación, pregúntate:
¿Esta preocupación es útil?
y luego decide si lo que necesitas es actuar o soltar.