En momentos difíciles, tal vez sea buena idea empezar por admitir lo que sientes.
No tienes que decírselo a nadie, ni tienes que hacer nada al respecto.
Simplemente detente un momento, respira y admite lo que sientes.
¿Es ira? ¿Tristeza? ¿Miedo? ¿Coraje? ¿Angustia?
Permítete aceptarlo, sin intentar cambiar la emoción.
Negar lo que sientes o tratar de modificarlo puede hacerte más daño.
Tampoco te culpes por sentir lo que sientes.
Mejor, simplemente nota la emoción que hay en ti y dale la bienvenida.
“Ok, tristeza, aquí estás, bienvenida”
Abraza esa emoción como lo haría una madre abrazando a su hijo.
Después, tal vez quieras darte la oportunidad de sentir la emoción en tu cuerpo.
Nota cómo se siente físicamente.
¿Es como una opresión en el pecho? ¿Como una tensión en los hombros? ¿Es como calor pasando por las venas?
Contempla esa sensación física por un momento sin tratar de cambiar nada.
Si la sensación es fuerte, apóyate en tu respiración, es tu mejor amiga en este ejercicio.
Quédate así por un momento.
Es probable que notes un cambio natural en tu estado.
Es probable que te sientas un poco mejor.
Aunque también es probable que se todo se intensifique.
Si es así, detente, respira y vuelve a intentarlo más tarde.
Finalmente felicítate por haber hecho esto, por tener el valor de admitir lo que sientes.
No muchos se atreven a hacerlo.
*Inspirado en el libro “Vivir con plenitud las crisis” de Jon Kabat-Zinn
Así es. Hay que darle la bienvenida a la emoción y sentirla. Escuchar lo que nos dice y tomar conciencia de ella.
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Aceptar,es de sabios,ya que no se puede revertir lo pasado.
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No es nada fácil, y es precisamente por eso que tiene gran valor
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