En nuestra mente hay dos personas:
un viejo y un adolescente
El viejo casi siempre está callado,
el adolescente habla todo el tiempo.
El adolescente lo juzga todo:
esto me gusta, esto no me gusta
y siempre está preocupado:
le preocupa lo que piensen o digan de él
le preocupa equivocarse
le preocupa que algo malo pueda pasar
Mientras tanto el viejo sigue callado,
a veces intenta hablar, pero el adolescente lo opaca con sus gritos:
Cuánto tráfico
Qué flojera
Que ya sea viernes
Date prisa
Revisa tu celular
Qué buen meme
¿Estuvo bien lo que dije?
Bla, bla, bla
Al adolescente le gusta el drama ¡vive del drama!
y usa sus palabras para meternos en discusiones,
hacernos las víctimas,
sentirnos superiores,
sentirnos inferiores,
procrastinar,
criticar,
sufrir.
¡Al adolescente le encanta sufrir!
Y sobre todo, le encanta hablar
Habla de lo que sea (regularmente del futuro y del pasado)
y casi siempre tiene una opinión sobre todo.
Habla tanto, que terminamos creyendo que somos el adolescente.
Pero no es así.
El adolescente es sólo una voz en nuestra mente,
el problema es que es la única voz que acostumbramos a escuchar.
Olvidamos escuchar al viejo,
El viejo tiene muchas cosas que decirnos,
sobre nosotros mismos,
sobre lo que en verdad queremos,
sobre lo que es realmente importante.
El viejo tiene consejos sobre aceptación, paz, gratitud y compasión.
El viejo tiene la respuesta a muchos de nuestros problemas.
El viejo quiere que vivamos sin miedo a lo que digan los demás.
El viejo, aunque habla poco, también disfruta ser escuchado.
Mindfulness es escuchar al viejo
Primero hay que escuchar al adolescente con atención,
darse cuenta de que está ahí, sin hacerle mucho caso,
sin tratar de hacer que desaparezca,
simplemente hay que escucharlo
(todos los adolescentes necesitan ser escuchados).
Al escucharlo y observarlo, el adolescente se irá calmando,
empezará a bajar el volumen y el tono de su voz
y se quedará quieto por algunos instantes.
En esos instantes seremos capaces de escuchar al viejo.
Medita
Si llegaste hasta aquí es porque crees que hay algo de cierto en la analogía del viejo y el adolescente y tal vez te gustaría escuchar al viejo.
Puedes hacerlo meditando.
Ojo: No es necesario hacer nada místico. No necesitas campanas, ni incienso, ni nada de eso. Puedes meditar en cualquier lugar, por el tiempo que quieras y en cualquier posición (sólo evita hacerlo acostado si es que tienes sueño)
Quédate quieto o quieta por un momento.
Trata de enfocar tu atención en tu respiración.
Inmediatamente empezarás a escuchar al adolescente.
Dirá cualquier cosa, lo reconocerás de inmediato.
Escúchalo sin juzgarlo.
Acepta al adolescente,
no lo culpes de nada,
ámalo
y regresa a tu respiración.
TEN CUIDADO
El adolescente te dirá que meditar es absurdo,
querrá que te levantes y te olvides del tema.
No le hagas caso, no lo culpes,
sólo escúchalo.
Sé paciente.
El viejo tardará en hablar,
tal vez cinco minutos, tal vez diez o veinte.
Tal vez no aparezca en la primera meditación.
Inténtalo otro día.
Sé paciente,
cuando el viejo empiece a hablar,
lo notarás.